MANOS DEL ALFARERO

-"En mi barrio llamado La Cuadrilla, estaba habitado de gran cantidad de alfareros, aún se conservan las cimentaciones de aquellos hornos rústicos hechos de piedra dando constancia de su coexistir"





Silvia Margarita Vázquez Torres

La vida me regaló una verdad, que el cuerpo pertenece a la tierra y el alma posee libertad.
Tierra y alma, al analizarlos, son temas muy profundos que toda persona que la aborde, detallaría con diferentes conceptos y  con propias conclusiones.

Me pregunto ¿Qué soy para la tierra o la tierra que es para mí?
Si la tierra como planeta, se dice que en el espacio cósmico es el más denso y el mayor de los cuatro rocosos; también es una pequeñez en la sintonía de este universo. Y yo inmersa en ella soy una ínfima partícula. Pero tengo una grandeza al poseer una parte inmaterial que me permite pensar y sentir.

Si mi cuerpo esta moldeado por ese polvo cósmico y con la esencia ello me permite creer que nuestra sensibilidad conlleva a que todos los trabajos que se ejerzan con las manos, lleva en cada segundo, en cada latir, el amor profundo, para que en cada artesanía se manifieste el cariño con el que es hecho.
Lodo, fango, barro, tierra. Inspiración de poetas, “porque al fango rodaste” “como el barro en manos del alfarero” “Tierra seca tras de la arena mojada” soy piel de arena morena con tinte canela de mi tierra.

Mi raíz, mi tierra, en ella se han albergado mis sueños y mis lamentos son consolados.
En esta mi tierra, me maravillo al observar el moldear con lodo los jarros y me hace recordar como en mi infancia albergó el cafecito que se me ofrecía para dar calor al cuerpo ante el frío que siempre ha hecho en mi pueblo de origen y cómo aquel caldo de borrego muy popular en los años sesenta quien lo solicitaba solía decir “sírveme en un plato burdo” haciendo referencia a que eran piezas muy rústicas y entre conocedores dirían en cazuelita “de basto”. Las piezas no eran alfarería de fino pues no estaban vidriadas y estilizadas como hoy se puede observar.

La alfarería es lo más popular en los pueblos, dónde los ancestros cada uno  formaban sus propios utensilios, creaban sin haber recibido ninguna clase, ni capacitación y no requería de maquinaria para hacer sus propias creaciones.

Me enternece ver como las manos del alfarero  acarician el barro, como lo moldea y pierde noción del tiempo hasta ver su arte terminado.
Cuando encontramos un artista, dejamos pasar por alto la importancia del trabajo manual que es un resultado de valor cultural, porque involuntariamente o consiente el artesano ha impreso su habilidad, sentimiento, inspiración e imaginación, aportando con ello su propia  particularidad.

Aún el mismo alfarero puede que desconozca términos con lo que se califica cada paso de su trabajo artesanal y de la importancia que tiene de preservar este legado.
La alfarería en mi concepto es un arte en el cual afloran los cuatro elementos.
Al moldear la tierra se utiliza el agua hasta dejar en consistencia y alcanzar plasticidad y así poder trabajar con ella.

En síntesis el aire es para alcanzar el secado de burbujas hasta que esté endurecido al punto de cuero o en la fase de hueso, es cuando se pasa una lija y aquí le llaman bruñido o alisamiento y así es cómo pasa al fuego para alcanzar su objetivo para la utilización.

A cientos de años se han conservado y logrado encontrar vasijas de barro en diferentes países. Ha sido mención de aquellos pergaminos encontrados dentro de ollas. Cuerpos de niños colocados en forma fetal dentro de las vasijas simulando estar dentro de un vientre. En otras ocasiones han conservado las cenizas que al ser cremadas las guardaban en los recipientes.

En Pinos Zacatecas, hasta 1960,  aún podía observarse restos de construcciones techadas con jarritos. Dentro del municipio es muy conocido que en la comunidad de San Martín, había este tipo de construcción y muy cercano a nuestro terruño aún se pueden observar.

En el templo de San Francisco las ollas sirvieron de ornato en el exterior de la torre. Las que hoy podemos observar, hasta hace unos cuantos años se volvieron a renovar.  En mi barrio llamado La Cuadrilla, estaba habitado de gran cantidad de alfareros, aún se conservan las cimentaciones de aquellos hornos rústicos hechos de piedra dando constancia de su coexistir.

Se puede mencionar que dentro de sus actividades hacían macetas,ollas, cazuelas, jarros, comales y canales para desagüe por lluvia las cuales al paso de los años  se  fueron sustituyendo por tubería de plástico o lámina. Aún se pueden observar algunas que conservan años de antigüedad y de alguna forma se vuelve a retomar como parte del decorado en la calle de Tlaxcala.

Hay familias de Pinos, Zacatecas,  que han tenido muchísimo cuidado de conservar tinas de baño hechas de barro (eran térmicas)  y macetas, que por su antigüedad se consideran pertenecer a los principios del siglo XX a las cuales les llaman del “Porfiriato”. De igual manera se puede localizar la conservación de las ollas zoomorfas que eran utilizadas para servir pulque y que por lo general se encontraban en el Valle de México.

En la actualidad solamente un alfarero se puede localizar y con apoyo de su familia logra crear los derivados de este elemento, esencial para dar secuencia al arte, que los padres en su momento les inculcaron como una tarea necesaria para subsistir.

Es necesario que se muestre apoyo al artesano de parte de las autoridades, a promover talleres, capacitaciones, e involucrar a empresarios o estaremos expuestos a que las obras de arte se pierdan y no haya continuidad.

Alberga el compromiso de Instancias a percibir y crear conciencia y fortalecer programas dónde prevalezca la esencia de nuestra raíz, de nuestra gente y nuestro pueblo. Fomentar a que la artesanía sea valorada.

He reflexionado ¿Qué es lo que obtendremos del descuido que tenemos  de nuestro entorno, nuestro hogar llamado tierra, el que estemos inmersos en el yo y dejar la sensibilidad de lado, dejando de  apreciar nuestra tierra; si yo me olvido de todo esto, entonces que espero heredar a mi hijo?

Otorguémosles el valor de ser personas creativas que vislumbren un mejor mañana, utilizando el regalo divino de Dios, “La sabiduría” y la mejor utilización de nuestras manos. Así como el barro tiene sonoridad, que nuestro eco sea escuchado.

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